viernes, 30 de noviembre de 2007

Lo confieso

Damon Albarn es mi amor platónico.








domingo, 25 de noviembre de 2007

Ooooiii

Ooooooooiiiiii

I need to tell

Aaaaaiiiiiiiii

what it is about

Oooooooooiiiii

I'ts just the feeling

Aaaaaaaaiiiiiiii

of drunkedness

Ooooooooiiiiiiiii

of a life dreaming

Aaaaaaaaaaiiiiiii

Oh, traumerei

Oooooooooiiiiii

the sunked past is gone

Aaaaaaaaiiiiiiii

all the way down

Ooooooiiiiiiii

Now I'm reborn

Aaaaaaaiiiiiii

to take some place,

Ooooooooiiiiiiiiii

some excess, some exchange

Aaaaaaaiiiiiiiii

of life

Oooooooooooiiiiiii

and what has it become

Aaaaaaaaiiiiiiiiiiiii

but a way of being

Ooooooooooooiiiiiiiii

what you wanna hear

Ooooiii

Ooooooooiiiiii

I need to tell

Aaaaaiiiiiiiii

ehat it it about

sábado, 24 de noviembre de 2007

Yes, it is

Yes, things are good/yes, things are nice/how come I've never realised/that things look right

Yeah, I've been waiting/for some long long years/Yes, I've been waiting/for quite long years

It starts to look promising/even if I have not you/it starts to take off/even now all alone

For someway/you should appear/and I'm waiting/for you to appear

Take your time/I don't care/take your time/I will be there

jueves, 15 de noviembre de 2007

¿Cómo es la cosa?

Cuando las cosas van mal, uno suele pensar que el universo anda al revés, que los astros se alinean en contra de uno, o que uno anda meado de perro. Pero no.  El mundo siempre anda como tiene que andar, es uno el que mira de costado.

Con los días, después del fin de semana horribilis (desde el viernes hasta el domingo pasado), en que todo lo importante salió en un grado o en otro mal, después que pasó la rabia con el mundo porque todo salió mal, después de dejar de sentirse víctima, viene la pregunta del millón: ¿Y por qué?

Al final, siempre es más fácil echarle la culpa a los elementos, pero en realidad, aunque es más difícil de aceptar, prefiero la versión kármica del asunto. Algo tengo que haber hecho para que saliera mal. O dejar de haber hecho algo.

Sería todo más fácil si estuviera consciente de lo que he hecho y dejado de hacer, pero la verdad siempre temo no haberme dado cuenta de algo, de algún detalle. Siempre estoy cazando información y nunca me parece suficiente. Siempre me parece que me equivoco en mis diagnósticos, a veces por apresurado, otras por dejado. Otras porque estoy colapsado de cosas.

También está la sensación de seguir siendo un pollo. Esa sensación que me ha acompañado siempre, y que me seguirá acompañando. Veo a los más viejos que yo (o ni siquiera más viejos, si no que con más experiencia) y pienso que al lado de ellos, poco soy. Pero esa es una sensación engañosa, es porque soy flojo que, en el fondo, me gusta pensar así. En realidad, estaría justificado si fuera un tipo leso, pero no lo soy. O no lo soy tanto. Me gusta sentirme protegido y autocomplaciente, y sentirme un pollo chico me ayuda a eso, me ayuda a autoconvencerme que el resto tiene que hacer las cosas por mí.

En el fondo, me gusta (como a todos, eh! no se vengan a hacer los inocentes) dejarme atrapar por la ilusión, en el sentido no de estar ilusionado esperando algo, si no que como una venda en los ojos, que no me deja ver las cosas que no quiero. Por otro lado, se junta con la intención de saber de verdad (más allá de categorías abstractas sobre qué es verdad y qué no) qué pasa alrededor. Pero la ilusión es más fuerte y seductora.

Al mismo tiempo, no me dan ganas de estar solo. No quiero estar solo porque no quiero afrontar las cosas solo. Pero hay un equilibrio delicado ahí. Hay cosas que definitivamente tengo que saber obtener solo, un trabajo, un documento, una vida un poco más interesante, un departamento, etc. Tengo que saber conseguir eso solo sin depender de mis amigos o de mis enemigos o de mis jefes o de mis empleados (¿cuáles?). Cada vez que tengo un problema, mi primera reacción (aparte de contarlo) es desear fervientemente que mis amigos me solucionen la vida, que mi familia me solucione la vida, que baje el viejo pascuero de su Olimpo y me solucione la vida. De alguna manera, que estoy seguro será dolorosa, tendré que entender más allá del intelecto que eso no puede ser. Que es casi inmoral. El camino tengo que hacerlo yo solito. Obviamente, eso no significa que no se cruce con el de alguien, o que vayamos juntos. Pero tengo que tomar las riendas de mí mismo, con firmeza.

¿Por qué escribo esto? No sé, un poco como bloc de notas para tener a donde buscar ideas cuando me fallen las fuerzas o los ánimos, o por último cuando quiera mandarme a la cresta (que suele pasar). Y obviamente está el deseo de los comentarios alentadores, los golpecitos en la espalda y todo eso, sentirse confortado y tibiecito. No sé por qué de repente me imagino en una especie de Siberia llena de nieve y frío. No es tan así, claro, es sólo que en el fondo soy un maniqueo que ve las cosas como blanco o negro. Eso a nivel de kernel, digamos. Las sucesivas capas de mi arquitectura van entregando más matices, espero. Aunque a veces sale lo blanco y negro a la superficie y pelean entre ellos.

qué manera de quedar desnudo. y sin embargo, es siempre un loop.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Los días

City's alive-and surprise, so am I
Blur

(Esta entrada tiene soundtrack, el que puedes descargar durante una semana aquí)

Cuando leí lo de Jano, hace unos días, me impresioné. Me impresionó haber olvidado esos días casi tanto como me impresionó recordarlos. En verdad fueron buenos días. Y a veces, cuando los atisbaba, me parecían días idos, idos lejos, idos a la cresta.

En efecto, para mí, como ex-estudiante, lo están.

Sin embargo, hay otros días. Los hay llenos de trabajo, por cierto, pero hay otras cosas que hacen que los días actuales sean buenos, hay otros ocios, hay otras tardes. Quizás hay otros detalles. Hay otras tardes que pasan.

Es agradable encontrarse con alumnos, por ejemplo. Es agradable cuando te saludan y te dicen profe, aunque uno no merezca ese apelativo. Es agradable sentirse atraído por la gente que pasa por la calle, cuando voy caminando en lugares agradables, que miras y están bien.

Creo que si hay algo que resiento de los días actuales es no ver a mis amigos todos los días, como antes, y echo de menos ese conversar continuo y bien diferenciable, que pasaba eternamente. Claro, hay modos de comunicarnos a distancia, pero no es lo mismo. Por eso, cuando sí  los veo, lo disfruto. Me llena, de verdad.

También es agradable (aunque agobia de repente) estar en la casa, ver a mi familia (que estaba tan en segundo plano cuando estudiaba) y ayudarle en las tareas a mi hermano. Ser una especie de dueño de casa algunos días y cocinar. Me aburre después de un tiempo, claro, pero es también agradable y lo disfruto.

Pero sobre todo disfruto cuando salgo en la tarde y veo los arreboles. O los veo de mi patio. Ver a los gatitos que ya caminan por todos lados y se aburren en su caja. Hacer el aseo de mi pieza aburre pero ciertamente al terminar es algo que parece estar bien, aunque yo sea un alvaro empolvado.

¿Qué falta? Quizás ver más cosas, salir un poco más, un trabajo más agradable, escribir compulsivamente, dibujar elefantes, conocer a alguien interesante en algún sentido más que amiguístico, plantar un árbol y tener un hijo. Pero no falta tiempo.

Algún día faltará, ahora no.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Los días que persisten

Si tienen una cámara de video conectada a una pantalla, es inevitable el experimento (¿o la experiencia?) de apuntar la cámara al monitor y ver que pasa. Es inevitable y es entretenido.

En cierto sentido, así son los días que persisten.

Se juntan los días buenos con los días malos, los días de recuerdos de ocios